El gesto es tan ubicuo que a menudo pasa desapercibido en su significación: al expresar la autorreferencia con el pronombre “yo”, es común que la mano se dirija instintivamente hacia el centro del pecho. No se apunta a la cabeza, repositorio del pensamiento explícito, ni a otros efectores corporales. El índice se posa sobre la región torácica.

1. ¿Cuál es la base de este comportamiento aparentemente universal?

Esta cuestión, de simplicidad engañosa y profunda resonancia, carece de una única respuesta concluyente. No obstante, los avances en neurociencia cognitiva, afectiva y de la interocepción nos proporcionan un marco robusto para explorar por qué la cualidad vivida del ‘yo’ (el self experiencial), aunque intrínsecamente generada y procesada en el cerebro, encuentra una resonancia somática particularmente prominente en la región torácica, en lugar de, por ejemplo, la cabeza.


2. La Construcción Cerebral del ‘Yo’ y su Anclaje Somatosensorial

Desde la neurociencia cognitiva, es indiscutible que el cerebro es el órgano central en la construcción multifacética del ‘yo’:

  • La corteza prefrontal medial (CPFm) se activa consistentemente durante procesos de autoevaluación, introspección y atribución de estados mentales a uno mismo.
  • La Red Neuronal por Defecto (RND) está implicada en procesos autorreferenciales, la memoria autobiográfica y la proyección del yo en el tiempo (pasado y futuro).
  • La ínsula anterior y la corteza cingulada anterior (CCA) son cruciales en la integración de la información emocional y la conciencia corporal, formando nodos clave en la llamada «red de saliencia».

Estos sistemas neurales sustentan lo que podríamos denominar el ‘yo narrativo’: la historia coherente y continua que elaboramos sobre quiénes somos, nuestras experiencias y aspiraciones.

Sin embargo, existe otra dimensión fundamental: el ‘yo sentido’ o ‘self mínimo/corporal’. Este se manifiesta cuando un individuo expresa “esto me duele”, “me afecta profundamente”, “esto me toca el alma”, acompañando a menudo la verbalización con un gesto hacia el pecho. Este componente del self parece menos dependiente de la elaboración lingüística y narrativa, y más arraigado en la percepción encarnada y la experiencia somática momento a momento.


3. Interocepción: El Mapeo Neural del Estado Interno del Cuerpo

El cerebro no solo procesa estímulos del entorno externo (exterocepción), sino que también monitoriza e integra continuamente un flujo masivo de información proveniente del interior del cuerpo, un proceso denominado interocepción.

  • La ínsula anterior juega un papel preponderante en esta función, procesando y representando conscientemente señales viscerales como el ritmo cardíaco, la dinámica respiratoria, las sensaciones gastrointestinales (hambre, saciedad) o la tensión muscular.
  • El nervio vago, principal componente aferente del sistema nervioso parasimpático, constituye una vía de comunicación crítica, transmitiendo de forma continua información desde las vísceras, incluido el corazón y los pulmones, hacia el tronco encefálico y estructuras cerebrales superiores.

Estas señales aferentes convergen para conformar un mapa dinámico del estado fisiológico corporal, que influye directamente en la experiencia emocional subjetiva, la toma de decisiones y el sentido de vitalidad. De hecho, numerosos paradigmas experimentales sugieren que los estados emocionales intensos (p. ej., ansiedad, tristeza, alegría) implican una activación rápida y significativa del sistema nervioso autónomo (SNA), generando cambios fisiológicos conspicuos –a menudo localizados subjetivamente en el pecho y el abdomen– que preceden o acompañan de cerca la evaluación cognitiva más elaborada de la emoción.


4. La Región Torácica como Foco de la Experiencia Interoceptiva Emocional

La región torácica, y el corazón en particular, poseen una carga afectiva considerable, tanto desde una perspectiva cultural como neurofisiológica:

  • En situaciones de alta activación emocional (estrés agudo, alegría exultante), las alteraciones en el ritmo y la fuerza de la contracción cardíaca, así como en los patrones respiratorios, son frecuentemente uno de los primeros correlatos fisiológicos perceptibles, influyendo y siendo influidos por la toma de conciencia y la elaboración cognitiva de la emoción.
  • La variabilidad de la frecuencia cardíaca (VFC), un índice de la actividad del sistema nervioso autónomo sobre el corazón, es un biomarcador robusto y ampliamente utilizado para evaluar la capacidad de regulación emocional, la resiliencia al estrés y la salud mental general.
  • Individuos con mayor conciencia interoceptiva cardíaca (es decir, mayor precisión en la percepción de sus propios latidos) tienden a exhibir una mayor intensidad en la experiencia de ciertas emociones y, en algunos contextos, una mejor capacidad para discriminar y reportar sus estados afectivos.

En resumen, cuando un estímulo o evento nos impacta significativamente en el plano emocional, lo experimentamos con particular intensidad en la región torácica. Esto podría explicar por qué, al referirnos a nuestro núcleo experiencial, el gesto se dirige hacia esta zona.


5. El corazón como «mini cerebro» o «segundo cerebro»

Además de servir como fuente de señales interoceptivas, el corazón posee un sistema nervioso intrínseco —el Intrinsic Cardiac Nervous System (ICNS)— que actúa como un mini cerebro dentro del propio corazón:

Está compuesto por redes de ganglios y alrededor de 40.000 neuronas, capaces de procesar información localmente y regular el ritmo cardíaco sin intervención directa del cerebro central.

Esta red neuronal cardíaca se comunica con el cerebro a través del nervio vago, participando en una influencia bidireccional que afecta el estado emocional y las decisiones conscientes.

Por su complejidad, plasticidad funcional y capacidad de integración autónoma, varios autores la han denominado el “pequeño cerebro del corazón” o incluso tercer cerebro, en analogía al intestino, “segundo cerebro” .

Su presencia ayuda a explicar por qué nuestro sentido del “yo sentido” se ancla en el pecho: no sólo sentimos, sino que también procesamos información emocional y sensorial directamente en esa región.


6. Un Gesto de Raigambre Profunda: Evidencia de Universalidad y Precocidad

La tendencia a señalar el pecho al decir “yo” no parece ser una mera convención cultural arbitraria:

  • Se ha observado su aparición espontánea en individuos ciegos de nacimiento, lo que minimiza la influencia del aprendizaje por imitación visual.
  • Emerge en niños pequeños, incluso antes de una adquisición completa del lenguaje y de conceptos abstractos de identidad.
  • Presenta una notable consistencia transcultural, sugiriendo una base biológica subyacente más que una mera construcción social.

Estos hallazgos sugieren que un componente fundamental de la autoconciencia corporal, posiblemente relacionado con lo que algunos teóricos denominan el ‘self mínimo’ (Gallagher) o ‘proto-self’ (Damasio) –el sentido básico de ser una entidad viva, sintiente y delimitada–, podría anclarse experiencialmente, desde etapas muy tempranas del desarrollo, en las sensaciones propioceptivas e interoceptivas provenientes de la región torácica.


7. Hacia una Hipótesis Integradora

Si bien el ‘yo narrativo’ se elabora y sustenta en complejas redes corticales, el ‘yo sentido’ –aquel que experimenta el mundo, el propio cuerpo y las emociones de forma inmediata y precognitiva– se manifiesta con particular saliencia en la región torácica. Esta es un área donde las aferencias del sistema nervioso autónomo (especialmente cardíacas) y la propiocepción respiratoria contribuyen de forma crucial a la cualidad, intensidad y localización de la experiencia emocional y del self corporal.

Por consiguiente, el gesto de señalar el pecho al verbalizar “yo” podría ser una exteriorización intuitiva de esta geografía interna de la autoconciencia, un reconocimiento tácito del anclaje somático de nuestra identidad más fundamental.


8. El Yo Encarnado

Este gesto cotidiano, aparentemente simple, encapsula una complejidad neurobiológica y fenomenológica notable. Nos recuerda que la identidad, más allá de ser un constructo puramente mental o narrativo, es una experiencia fundamentalmente encarnada. La constante e intrincada interacción entre el cerebro y el cuerpo, mediada por vías neurales como el nervio vago y representada en estructuras como la ínsula, da forma a la vivencia más íntima y primordial de ser ‘uno mismo’.

Al final, el “yo” trasciende su función como pronombre; es la manifestación de una experiencia vivida, sentida y localizada en el crisol de nuestra fisiología.


9. Referencias Bibliográficas (comentadas)

Interocepción como Fundamento Neurobiológico del ‘Yo Sentido’

La interocepción, definida como el proceso neurocognitivo mediante el cual el sistema nervioso detecta, interpreta e integra señales originadas dentro del propio cuerpo (p.ej., fluctuaciones cardiovasculares, respiratorias, gastrointestinales), es fundamental para la homeostasis, la conciencia emocional y la autopercepción. Investigaciones como las destacadas por Khalsa, S. S., Adolphs, R., Cameron, O. G., Critchley, H. D., Davenport, P. W., Feinstein, J. S., … & Interoception Summit 2016 attendees (2018). Interoception and Mental Health: A Roadmap. Biological Psychiatry: Cognitive Neuroscience and Neuroimaging, 3(6), 501–513, consolidan esta visión.

Estructuras cerebrales clave, notablemente la corteza insular (especialmente su porción anterior) y la corteza cingulada anterior (CCA), actúan como centros de integración interoceptiva. Estas regiones construyen representaciones dinámicas del estado fisiológico del organismo a partir de aferencias viscerales, incluyendo las señales cardíacas y respiratorias, un concepto ampliamente desarrollado en los trabajos de Craig, A. D. (Bud) (2002). How do you feel? Interoception: the sense of the physiological condition of the body. Nature Reviews Neuroscience, 3(8), 655–666.

Comunicación Bidireccional Corazón-Cerebro y su Impacto en la Cognición

Investigaciones neurofisiológicas han dilucidado que el corazón envía señales aferentes continuas al cerebro. Un ejemplo son los potenciales evocados por el latido cardíaco (HEPs, Heartbeat-Evoked Potentials), que reflejan el procesamiento cerebral de las señales cardíacas. Se ha demostrado que estos modulan la percepción sensorial, la memoria y aspectos de la autoconciencia, como se revisa en trabajos sobre la influencia de las fases del ciclo cardíaco en la cognición (p.ej., Park, H. D., Correia, S., Ducorps, A., & Tallon-Baudry, C. (2014). Spontaneous fluctuations in neural responses to heartbeats predict visual detection. Nature Neuroscience, 17(4), 612–618).

Estudios de neuroimagen funcional y estructural, como los llevados a cabo por Garfinkel, S. N., Seth, A. K., Barrett, A. B., Suzuki, K., & Critchley, H. D. (2015). Knowing your own heart: Distinguishing interoceptive accuracy from interoceptive awareness. Biological Psychology, 104, 65–74, han establecido una correlación positiva entre la precisión interoceptiva cardíaca individual (la capacidad para detectar los propios latidos) y tanto la activación funcional como el volumen de materia gris en regiones clave de la red interoceptiva, particularmente la ínsula anterior derecha.

El corazón como «mini cerebro»

Armour, J. A. (1991). Intrinsic cardiac neurons. Journal of Cardiovascular Electrophysiology, 2(4), 331–341. https://doi.org/10.1111/j.1540-8167.1991.tb01330.x

Fedele, L., & Brand, T. (2020). The intrinsic cardiac nervous system and its role in cardiac pacemaking and conduction. Journal of Cardiovascular Development and Disease, 7(4), 54. https://doi.org/10.3390/jcdd7040054

Giannino, G., Braia, V., Griffith Brookles, C., Maset, A., Azzolin, L., & Calore, M. (2024). The intrinsic cardiac nervous system: From pathophysiology to therapeutic implications. Biology, 13(1), 16. https://doi.org/10.3390/biology13010016

Kerna, N. A., Anderson, J., Flores, J. V., Gnanaraj, J., & Wu, C. (2021). The human heart as the «little brain»—the intrinsic cardiac nervous system (ICNS). EC Cardiology, 8(11), 01–08.

Conciencia Encarnada, Autorreferencia y Modelado Interno

Investigadores como Tsakiris, M., Schütz-Bosbach, S., & Gallagher, S. (2007). On agency and body-ownership: Phenomenological and neurocognitive reflections. Consciousness and Cognition, 16(3), 645–660, han postulado que la interocepción es un pilar fundamental para el sentido de la propiedad corporal (body ownership) y la autoconciencia (selfhood). Esta contribuye a la formación de un modelo interno dinámico y continuo del estado fisiológico del organismo, que ancla la experiencia subjetiva.

Estudios clínicos, como los de Garfinkel, S. N., Tiley, C., O’Keeffe, S., Harrison, N. A., Seth, A. K., & Critchley, H. D. (2016). Discrepancies between objective and subjective interoception in autism spectrum condition. Autism Research, 9(11), 1170-1179, han investigado la relación entre interocepción y psicopatología. En individuos con Trastorno del Espectro Autista (TEA), se ha observado que las alteraciones en la precisión interoceptiva cardíaca pueden asociarse con la severidad de la ansiedad, subrayando el vínculo entre la conciencia de las señales corporales internas y la regulación emocional.

Universalidad del Gesto y Cognición Corporizada (Embodied Cognition)

Desde la perspectiva de la cognición corporizada (embodied cognition), se ha investigado cómo gestos como colocar la mano sobre el pecho pueden influir o reflejar procesos cognitivos y afectivos. Aunque la evidencia directa que vincule específicamente este gesto con activaciones neuronales de honestidad es más compleja, la literatura sobre embodiment apoya la idea de que los estados corporales y los gestos están intrínsecamente ligados a la cognición y la emoción (p.ej., Niedenthal, P. M. (2007). Embodying emotion. Science, 316(5827), 1002–1005).

La observación de la emergencia espontánea de este gesto en niños en etapas prelingüísticas (Iverson, J. M., & Thelen, E. (1999). Hand, mouth, and brain: The dynamic emergence of speech and gesture. Journal of Consciousness Studies, 6(11-12), 19-40, aunque no específico de este gesto, apoya el desarrollo temprano de gestos con significado) y en individuos ciegos de nacimiento (Caselli, M. C., & Volterra, V. (1990). From communication to language in hearing and deaf children. Deafness and Development, 2, 23-38, discutiendo gestos en ciegos, aunque el gesto específico de «yo» requeriría estudios más focalizados) proporciona argumentos a favor de una base ontogenética temprana o incluso innata, trascendiendo explicaciones puramente socio-culturales.

Implicaciones Funcionales: Desde la Regulación Emocional hasta Intervenciones Terapéuticas

Investigaciones sobre entrenamiento interoceptivo sugieren que mejorar la capacidad individual para detectar con precisión las señales cardíacas puede tener efectos beneficiosos sobre la autorregulación emocional. Por ejemplo, Bornemann, B., Herbert, B. M., Mehling, W. E., & Singer, T. (2015). Differential changes in self-reported aspects of interoceptive awareness through 3 months of contemplative training. Frontiers in Psychology, 5, 1504, aunque enfocado en entrenamiento contemplativo, muestra cambios en la conciencia interoceptiva.

Las intervenciones focalizadas en mejorar la conciencia interoceptiva en poblaciones clínicas, como individuos con TEA, están emergiendo como enfoques terapéuticos prometedores, buscando restablecer o fortalecer la conexión entre la experiencia corporal y el procesamiento emocional y cognitivo (ver Paulus, M. P., & Stein, M. B. (2010). Interoception in anxiety and depression. Brain Structure and Function, 214(5-6), 451–463, para una discusión general del rol de la interocepción en trastornos de ansiedad y ánimo).


10. Síntesis de la Hipótesis Integradora (con fundamento en las referencias):

Génesis Periférica de la Aferencia Emocional: Los estados emocionales intensos se acompañan de cambios fisiológicos significativos en el SNA, con señales cardiorrespiratorias prominentes (implicado en Craig, 2002; Garfinkel et al., 2015).

Integración Neural Central: Estas señales interoceptivas son procesadas en la ínsula y CCA, donde se integran para dar lugar a la experiencia emocional consciente y al ‘yo sentido’ (Khalsa et al., 2018; Craig, 2002).

El Gesto como Manifestación Encarnada: El acto de señalar el pecho puede interpretarse como una manifestación de esta integración, alineando la localización subjetiva del self con la región de saliencia interoceptiva (apoyado por principios de embodied cognition, Niedenthal, 2007; y la centralidad de la interocepción para el self, Tsakiris et al., 2007).

Modulación por la Conciencia Interoceptiva: Una mayor precisión interoceptiva cardíaca podría reforzar la prominencia de la región torácica en el mapa corporal subjetivo del self (Garfinkel et al., 2015; Bornemann et al., 2015).